domingo, 28 de febrero de 2010

La Bolsa patas arriba

Cuando uno mira los noticiarios, raro será el día en el que no se hable de un tal "IBEX 35" que sube o baja alocadamente, volviendo locos a unos cuantos, yo mismo incluído. Todo el mundo entiende que la Bolsa es algo relevante, de lo que depende ese mundo financiero que enriquece a unos y lleva al suicidio a otros. Pero lo cierto es que pese a su protagonismo en las noticias, el conocimiento que tiene el público general sobre la Bolsa es ridículamente escaso. Es por ello que voy a dedicar algunas entradas de este blog a intentar clarificar algunos de sus aspectos más importantes.

La Bolsa no es más que un mercado, parecido de alguna forma a las lonjas donde todas las mañanas los pescadores ponen a la venta las capturas recientes. Pero en este mercado se negocian activos financieros como acciones, bonos, o instrumentos más complicados como son los derivados. Si yo tengo unas acciones de, digamos, BBVA, y quiero venderlas, me dirijo a la Bolsa como lo haría un pescador que tiene unos deliciosos peces espada que pescó la noche anterior en su barco. Claro que, ¿qué significa dirigirse a la Bolsa?. Esto es quizás lo que supone una mayor diferencia en la Bolsa. En España, antes de los años 80, si uno quería vender sus acciones de una compañía tenía que hablar con un broker que tuviese permiso para acceder al parqué de la Bolsa de Madrid (o de cualquier otra de las Bolsas españolas: Barcelona, Bilbao y Valencia). Este se comprometía a vender las acciones a un cierto precio (orden limitada) o bien al mejor precio posible (orden de mercado), para lo cual tenía diez minutos al día en los que podía negociar estas acciones a viva voz con otros brokers que presuntamente estuviesen interesados en su compra. Esta es, por supuesto, la imagen que tenemos de la Bolsa por las películas.

Pero la vida hoy es muy distinta. Con la llegada de las tecnologías de la información, la Bolsa se ha convertido mayoritariamente en un sistema de negociación electrónico, que en España recibe el nombre del SIBE (Sistema de Interconexión Bursátil Español). Todavía necesitamos brokers para vender o comprar acciones, pero nuestro control sobre el proceso de negociación se ha vuelto mucho más directo, relegando al broker al papel de introducir en el SIBE nuestras órdenes. En Internet, hay información instantánea (o casi), sobre los precios y volúmenes de negociación de todo tipo de activos financieros. En esencia, otra más de las pequeñas revoluciones que está causando Internet en nuestra manera de configurar la sociedad.

Ahora, ¿cómo se produce la negociación en el SIBE? Esencialmente, disponemos de dos tipos de órdenes para comprar y vender (hay muchás más, pero es suficiente discutir éstas a efectos de esta introducción). La primera es la orden limitada: vende o compra tantas acciones a tal precio. La segunda es la orden de mercado: vende o compra tantas acciones al mejor precio de mercado. Las órdenes limitadas configurar la microestructura de la Bolsa: supongamos que ordenamos las órdenes de compra y venta en dos columnas. A la izquierda, aquellos que desean comprar tantas acciones al precio deseado, y a la derecha los que desean venderlas. Por ejemplo:

C: Vol.//Precio------ V: Precio//Vol.
---20//10.59 ----------... //...
---100//10.55---------11.10//100
---50//10.51----------11.05 //50
---...//...---------------11.01// 200

Este sería un típico ejemplo de estructura de oferta y demanda de un tipo concreto de acción, por ejemplo BBVA, en un instante concreto del día. Lo que muestra este diagrama es que no hay ningún acuerdo entre oferentes y demandantes, dado que los que venden sólo están dispuestos a hacerlo a un precio mayor que el máximo al que desean comprar los demandantes. Alguién, claro, tiene que ceder, o de lo contrario esta situación se mantendrá por un tiempo prolongado. Es ahí donde entran las expectativas, deseos, necesidades, o toda la maraña de motivaciones que puedan estar detrás de los que acuden a la Bolsa. De las mismas, al final, alguien decide introducir una orden de mercado, lo que quiere decir que acepta los precios vigentes en esta tabla para la transacción. En ese momento se produce un cruce, las acciones se transfieren, y el SIBE anota un nuevo punto en uno de esos diagramas tan enrevesados que nos deja diariamente la Bolsa, donde queda constancia del instante de la transacción, el precio al que se produce, y el volumen tranferido. Supongamos, en nuestro ejemplo anterior, que fue el demandante de 20 títulos a 10.59€ quien cedió al precio del oferente. Entonces, si no hay más cambios, la tabla quedaría ahora:

C: Vol.//Precio-------- V: Precio//Vol.
--100 //10.55---------- ...// ...
--50// 10.51----------- 11.10// 100
--...// ... ----------------11.05 //50
------------------------11.01 //180

Y así, hasta que nuevas órdenes se introduzcan. Claro que el precio de la acción se considera el de la última transacción, por lo que si esta hizo que subiese o bajase dicho precio, las expectativas de las personas que negocian en Bolsa cambiarán ligeramente, lo cual normalmente se traducirá en nuevas órdenes limitadas o de mercado, que se reflejarán en nuestra tabla. Y ese es el punto más enrevesado de todos, pues no es más que un viaje al corazón de la complejidad de la mente del ser humano, lo que podría llevarnos a la conclusión (como muchos han hecho) de que la Bolsa es impredecible, como lo es el comportamiento de cualquiera de nosotros. Pero muchos son los que piensan que la suma de muchas personas complicadas puede llevar a pautas más simples cuyas leyes, al menos estadísticas, pueden escribirse con papel y lápiz. Encontrar estas leyes ha sido el objeto de una aventura intelectual equiparable a la de descifrar el funcionamiento de la materia. Veremos algunas de estas ideas en las próximas entradas de este blog.

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