lunes, 31 de agosto de 2009

El dinero (II)

Antes de continuar, es importante recalcar la importancia de las propiedades que hemos asociado al oro como dinero: divisible fácilmente, con valor en sí mismo (valor que además es estable en el tiempo), y su escasez. La primera propiedad es importante de cara a poder efectuar intercambios de muy diversos valores: uno en principio divide el oro en trozos más pequeños, hasta que se iguale el valor del trocito con el del bien que se quiere intercambiar. Aunque esto sea irreversible, se cumple la importante propiedad de que 1 + 1 = 2, lo cual obviamente no pasa si mi moneda de cambio son vacas vivas, y las parto por la mitad. El segundo, el valor, es útil porque permite darle un valor fijo al intercambio, de forma que cuánto oro se cambie por bienes sea algo más o menos universal. Además asegura al portador que en principio siempre va a ser canjeable. Si usamos algo divisible y escaso, pero que no tiene valor, puede resultar que en un momento dado nadie decida aceptarlo. La desconfianza, pues, haría que no funcionase bien como dinero. Que sea estable en el tiempo es obviamente también importante, pues de lo contrario nadie lo aceptaría con el temor de que se desvalorizase, o bien, en caso de revalorizarse, tendería a ser atesorado y por lo tanto no haría de lubricante de las transacciones. El último punto, la escasez, nos asegura que no es fácil que alguien se encuentre nuevo oro o lo pueda crear, algo que tendería a devaluarlo como moneda de cambio, como hemos visto. También así es difícil de falsificar.

Conviene recordad esto, porque en algunos libros me he topado con una explicación muy pobre del origen del dinero, que vendría a decir que surgió de vales que en algún momento la gente pudo empezar a emitir en contrapartida a un bien o un servicio, en lugar del mismo. Con este vale, el portador podría dirigirse a un tercero y requerir otro bien o servicio a cambio del vale. Este tipo de explicación presenta numerosos problemas que la invalidan. En primer lugar, sólo vale para círculos de confianza, pues los vales son fáciles de falsificar o manipular su valor, y dicho tercer individuo sólo lo aceptará si confía en el mediador y si tiene alguna forma de saber que el emisor responderá del mismo, al valor estipulado. Además la contrapartida que ofrezca el emisor tiene que ser de un interés lo suficientemente general, por no decir que esta persona tiene que gozar de buena reputación solvente en dicho bien. Imaginemos el caso de un agricultor que ofrece fruta: podría pasar que con una mala cosecha no pudiese responder a los vales, pues la fruta no se atesora, sino que se pudre. Obviamente, además, crear vales no falsificables es complicado y requiere cierta infraestructura. Este tipo de dinero, que no tiene valor en sí mismo, se llama "fiduciario", y como vemos sólo tiene sentido cuando una institución fuerte y bien dotada lo respalda. La emergencia de estas instituciones es más tardía en la historia, por lo que bienes como el "oro" están realmente más cerca de explicar el origen del dinero.

Eso no quiere decir que estas formas de dinero no existan o hayan existido, pero al carecer de todas las propiedades de lo que he definido aquí por dinero, su uso y utilidad siempre han sido limitados. Por ejemplo, en una comunidad de trueque, de las que existen muchas, se pueden utilizar vales para facilitar las transacciones, pero su valor reside en la confianza en la comunidad que lo respalda, para lo cual el tamaño de la misma, así como el valor de las transacciones que se efectúan, son pequeños. Por no decir que el valor de las transacciones es difícil de fijar, y suele hacerse de mutuo acuerdo en la comunidad, para lo cual se requiere realizar reuniones periódicas y confeccionar catálogos de productos y precios, que en la mayor parte de los casos se basan en los precios de mercado exteriores.

Entendamos mejor esto. ¿Qué limita el valor de las transacciones en esta comunidad? Pues que al ser una comunidad pequeña, habrá un tipo de bienes que se intercambien más que otros. Por ejemplo, cosas tipo material deportivo. No tiene sentido entonces poner un coche. Incluso en el caso de que alguien tuviese tantos vales acumulados como para adquirirlo, el mero hecho de tener tantos vales es un engorro si no existe la confianza de que la comunidad se mantendrá a largo plazo, y no acabará disolviéndose en un futuro cercano.

Y en segundo lugar, ¿por qué no puede crecer mucho un sistema así? Bueno, si se mantiene el convenio de fijación de precios, requeriría de una enorme, complicada y corruptible burocracia, que como ha ocurrido en casos reales podría terminar conduciendo a cierta arbitrariedad en la fijación de los precios. La otra opción es usar un sistema de mercado, en el que el precio se base en oferta y demanda, pero para su correcto funcionamiento el dinero tiene que tomar las características que hemos discutido aquí, o bien que una institución de confianza respalde y elabore dichos vales de forma que no puedan ser falsificados. ¿Y con qué los respalda? Probablemente con algo valioso, estable, divisible y escaso... ¿quizás oro?.

Una vez más, las cosas son más complicadas hoy en día, pero espero que los aspectos esenciales del "problema monetario" se entiendan ahora un poco mejor. En la próxima entrada volveré, ahora sí, al tema pendiente de la escasez: ¿de donde sale el dinero? ¿qué determina cuánto del mismo hay circulando?

domingo, 23 de agosto de 2009

El dinero (I)

Sin duda, el dinero es de las cosas más intrigantes de la Economía. Todos estamos familiarizados con él, y constituye uno de los ejes principales en torno a los cuales se tejen nuestras vidas. Para muchos, es la razón para vivir. Para otros, la fuente de todos los males. Y lo curioso es que, pese a despertar tantas pasiones, muy poca gente entiende muy bien qué es el dinero. ¿Es necesario el dinero? ¿De dónde sale? ¿Quién o qué determina cuánto dinero hay en circulación? Siendo estas preguntas difíciles de contestar, he pensado en dedicarle a este tema varias entradas del blog.

Lo primero de todo, hay que decir que lo que entendemos por dinero actualmente no es lo mismo que en otras épocas de la historia. El dinero que usamos hoy en día se suele llamar "dinero legal", porque básicamente son unos vales que emite una autoridad central, en nuestro caso el Banco de España a petición del Banco Central Europeo, que es reconocida por la sociedad y el Estado. Dichos vales nos sirven como lubricante de la Economía, en el sentido que ayudan a convertir nuestro trabajo en alimentación, casa, ropa, viajes, etc. También sirven para "almacenar riqueza", ya que si queremos ahorrar, entendemos que estos vales seguirán valiendo en un futuro lejano, y podemos acumularnos. Aunque en la práctica casi nadie hace esto, y la forma normal de ahorrar es acudir a una cuenta corriente o un depósito bancario. Estos, de hecho, representan otro tipo de dinero, el "dinero bancario", pues no son más que ciertas anotaciones en cuentas que están vinculadas a una promesa: la de que podrían ser convertidas en dinero legal a petición del cliente. Y es que el dinero, además de lubricante y portador de valor, se dice que es una "unidad de cuenta", pues medimos la riqueza en términos de dinero. Finalmente, también puede servir como "objeto especulativo", ya que su valor puede aumentar (o disminuir) con el tiempo. Por ejemplo, yo podría comprar hoy dólares con la esperanza de que en unos meses pueda venderlos por más euros, debido a las fluctuaciones en los tipos de cambio.

Con esto nos podemos hacer una idea de por qué el dinero juega un papel tan importante en nuestra sociedad. Sin embargo, las preguntas principales siguen sin responder, y para atacarlas es mejor recurrir a ciertas simplificaciones que nos permitan entender los aspectos relevantes del problema.

Una de las cosas interesantes de la Economía es que en su motivación de estudiar el problema del reparto o el problema de la renta, se topa con realidades manifiestamente "injustas" para juicio de muchos. De ahí que termine por ser objeto de tantos odios. Por su evolución histórica, por su realidad actual, y por razones fisiológicas y geográficas, el reparto ha sido desde siempre desigual entre las personas. La existencia del dinero, al fin y al cabo, es una consecuencia del comercio, que surge cuando ciertas personas tienen cosas que a otras les gustaría tener, pero no piensan cederlas a cambio de nada. ¿Y qué determina lo que tienen las personas, en un principio? Bueno, básicamente la dotación de recursos en su zona, las herencias, su capacidad de extorsionar a otras, pero también su habilidad para producir valor en cosas que en bruto son inútiles para todos. Es decir, obviando por ahora la posibilidad de expropiar cosas, esencialmente hay un componente de suerte y otro de habilidad.

Imaginemos ahora que estamos en un mundo simplificado en el que algunos, básicamente por "suerte", tienen frutas, otros tienen piedras y finalmente unos terceros tienen oro. El que tiene frutas es afortunado porque tiene para comer, y eso le permitirá sobrevivir. El que tiene oro no tiene para comer, pero lo bueno es que el oro luce muy bonito como colgante, y además es muy escaso, así que el que tiene frutas, una vez saciado de comer, podría (adecuadamente estimulado) pensar en querer algo de oro. Finalmente, piedras en realidad tienen todos, así que el de las piedras lo tiene muy difícil (mala suerte). Es importante notar que esta distribución inicial es completamente azarosa y desigual. También, que volviendo por un momento a la realidad, los seres humanos somos más que mercaderes, y que una solución natural (y ciertamente histórica) vendría motivada por el sentimiento de solidaridad: creando una comunidad que beneficie a todos. Pero esa comunidad podría encontrar a otra con diferente dotación de recursos, eventualmente, y querer comerciar, así que por simplicidad, dejémoslo en gente con frutas, piedras u oro (y extrapolémoslo a comunidades, países, etc).

Pues resulta que los de las piedras, tras mucho pasar hambre, se dieron cuenta de que se podían juntar palos y piedras para hacer instrumentos, y fueron a los del oro para comentarles que con esos instrumentos se puede moldear el oro y dividirlo en trocitos. Esto no sólo les gustó a los del oro, sino también a los de las frutas, porque ahora el oro realmente lucía mejor. Así que los del oro cambiaron un poco del mismo por instrumentos, y ambos grupos (oro e instrumentos) cambiaron ese oro por frutas. Aquí hay que notar dos cosas muy importantes:

1) Los de las piedras, usando su ingenio, lograron conseguir oro. Es decir, crearon riqueza donde antes no la había. Con esto aprendemos que la dotación inicial de recursos y su "azarosa" distribución no lo es todo. Esto es así porque la riqueza se mide, en el fondo, en términos de las necesidades de los demás. Alguien es rico no porque tiene muchas cosas, sino porque tiene muchas cosas que otros querrían tener. Si alguien puede transformar algo en principio inútil en algo necesario, ha creado riqueza de la nada.

2) Existen bienes en la naturaleza que la gente codicia pero que no satisfacen necesidades básicas. Además, suelen ser codiciados por su escasez. Es el caso de los metales preciosos, como el oro y la plata. Son parte de la riqueza de las personas, pero no son fundamentalmente útiles.

Todavía, sin embargo, no hemos llegado al dinero (o a un primer prototipo del mismo). Hasta aquí todo esto podría considerarse básicamente trueque. Pero estamos muy cerca. Gracias a los instrumentos, el oro es divisible. Y gracias al oro, los productores de instrumentos consiguieron frutas. Es decir, más importante que el oro resulta que eran las frutas, porque el oro no se come. Al ser divisible, permite realizar el intercambio de cosas con frutas de forma más sencilla. ¿Y qué determina cuántas frutas por cuánto oro? Pues básicamente un acuerdo, que depende de cuántos excedentes de fruta hay, y cuánto oro, pero también de cuánta fruta necesitan para alimentarse los de los instrumentos y los del oro, y cuánto oro le basta a los fruteros. En términos de Economía moderna, hablamos de equilibrio entre la oferta y la demanda.

Pues bien, el dinero nace en cuanto las personas se dan cuenta de que el oro no es sólo útil porque es bonito, sino también porque a todo el mundo le gusta tener oro, es divisible, relativamente ligero, y permite cambiar cosas de forma más sencilla. Los tres grupos de personas, pues, podrían estar interesados en conseguir oro para obtener otras cosas, en lugar de canjearlas directamente. Y de hecho es conveniente, porque ahora en lugar de pudrirse la fruta, se puede canjear fruta por oro, que no se pudre. De hecho, los de las frutas podrían darse cuenta de que con herramientas le sacan más partido a la tierra, y producen aún más frutas. Así que con ese oro se aseguran provisiones de herramientas también. De esta manera, y de forma muy natural, tenemos que el oro se ha convertido en dinero, porque sirve para lubricar los intercambios de bienes, para almacenar riqueza, y como unidad de cuenta.

Se puede decir, yendo a las raíces del asunto, que el dinero fue inicialmente fruto de la existencia de algo que gusta porque brilla y no todo el mundo puede tenerlo fácilmente, pero que realmente no satisface casi ninguna necesidad, y por ello puede usarse como dinero. Sin embargo, todavía queda un largo camino hasta el dinero actual y sus usos. Siendo lo primero, ¿cómo puede algo escaso hacer de lubricante de los intercambios? ¿qué pasa cuando aumentan los intercambios? Ahondaremos en esas cuestiones en la próxima entrada del blog.

domingo, 16 de agosto de 2009

Eficiencia de Pareto

El concepto de eficiencia de Pareto es sencillo de entender. Su propósito es ahondar en el problema del reparto, uno de los ejes de la Economía. Supongamos que queremos repartir una serie limitada de bienes entre un número mayor de individuos que están interesados en adquirirlos, si bien no todos ellos tienen el mismo interés. Hay muchas formas de lograr esto. Pues bien, un sistema de reparto es eficiente de Pareto si tras distribuir los bienes sólo se puede mejorar el bienestar de una persona a costa de empeorar el de otra. Esto de bienestar, claro, es un poco ambiguo, y es mejor entenderlo de otra forma. La idea es que un sistema de reparto es eficiente de Pareto si tras el reparto, los individuos no están interesados en intercambiar de otra forma los bienes de forma que la nueva situación les convenga más. Vamos, que si el primer sistema es el "oficial", y este es eficiente de Pareto, no surgiría un "mercado negro" alternativo porque realmente el sistema oficial habría conseguido repartir los bienes a los que estaban más interesados.

El ejemplo clásico es que un sistema en el que los productos se venden al precio en el que la oferta y la demanda se igualan es eficiente de Pareto. ¿Por qué? Porque se supone que el precio se ajusta de forma que sólo estén dispuestos a comprar esos bienes, a ese precio, el mismo número de individuos que unidades del producto hay. A un precio inferior, habría más gente dispuesta a comprarlo que unidades, y a un precio superior, lo contrario. Si por el contrario asignamos los productos, por ejemplo, por orden de llegada, podría ser que los más rápidos o madrugadores acaparasen todos, y como realmente les interesan más otros productos, posteriormente los venderían a aquellos que fueron lentos o vagos, pero que aún así les interesa más. Se produjo un mercado negro, y el sistema no es eficiente de Pareto.

En el elegante libro de Varian, "Microeconomía Intermedia", se profundiza más en esta cuestión. Es interesante, sin embargo, pensarlo por uno mismo. Por ejemplo, un sistema en el que se van repartiendo los bienes al mejor postor, ¿es eficiente Pareto?.

Por supuesto, hay que tener en cuenta que aunque un sistema de reparto sea eficiente Pareto, no tiene porqué ser realmente justo en la práctica. Por ejemplo, un sistema de mercado como el descrito supone, de cara a la equidad, que todos los individuos tienen la misma renta, y por lo tanto que todos pueden aspirar a pagar el precio máximo. En la realidad, la distribución de renta no es homogénea (de hecho, en general sigue una curva llamada... de Pareto), lo cual es precisamente otro de los grandes problemas de le Economía. El debate se torna entonces más interesante. ¿Qué tipo de organización económica soluciona mejor el problema del reparto y el problema de la renta? De hecho, ¿qué problema es prioritario? Sobre estos problemas trataré de hablar en otro momento.

Para terminar, es interesante apuntar que no sólo los sistemas de mercado libre resultan ser eficientes de Pareto. Como mi amigo Juanjo López Villarejo me apuntó una vez, existen propuestas desde el mundo del socialismo en las que, si bien los medios de producción están controlados por el Estado, se utiliza un sistema de mercado para la asignación, resultando un sistema eficiente Pareto. Quien esté interesado en este no tiene más que empezar por uno de sus ideólogos, Oskar R. Lange, y luego tirar del hilo... de wikipedia.

sábado, 15 de agosto de 2009

Motivos

Hace unos dos años decidí empezar a estudiar Economía, y me matriculé en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). Desde hacía bastante tiempo había tenido la inquietud de entender todas esas noticias sobre el mundo económico que usaban una jerga ininteligible, y lo que es peor, una causalidad casi teleológica. Lo que empezó siendo un divertimento pasó a convertirse más en una pasión. Habiendo estudiado Física, resultaba divertido descubrir que alguna gente había tratado de aplicar ideas similares a las de mi disciplina para entender cuestiones que al final atañen a las personas. Porque lo interesante de la Economía, me di cuenta, es su vocación de buscar formas estables y eficientes de organización económica, en un mundo en el que no hay de todo para todos. Y para ello, por supuesto, hay que empezar por definir qué es eso de estable y eficiente. Eficiente Pareto es una de las propuestas, por eso me pareció apropiado como título del blog, y será lo primero que trate de explicar aquí.

Sin embargo, m idilio con la Economía tiene sus luces y sus sombras. Estudiar por cuenta de uno mismo tiene muchos inconvenientes, pero desde luego, entre las ventajas está que es más difícil ser dogmatizado. Y en esta disciplina hay mucho dogmatismo. De hecho, de esto se podrían escribir páginas enteras. He de decir que para una persona que viene de Física, llama enormemente la atención la falta de contrastación con la realidad que tienen las teorías económicas vigentes. Y a mi parecer, en lugar de ahondar en esa cuestión, finalmente se opta por enseñar varias teorías basadas en distintas asunciones sobre la realidad. Asunciones que no están contrastadas, y que pertenecen más al campo de lo que es lógico aunque pueda no ser real. Ahí es donde, desde luego, empieza el dogmatismo, pues depende de donde estudies unos te enseñarán que los neokeynesianos tienen razón, otros que los neoliberales, etc. Lo curioso es que este debate sin cerrar lleva a que al final, en política económica, se tienda a un cierto pragmatismo basado en la experiencia, dejando a un lado el esfuerzo formalizador de los teóricos de la Economía, por mucho que luego se trate de vestir todo con alguna ideología basada en una de estas teorías. Es decir, que al final lo que la Economía tiene de ciencia termina por quedarse en el plano académico.

Dentro del cuerpo de esas grandes teorías sobre la organización económica, no obstante, se han ido asentando algunos conceptos e ideas muy interesantes. Mi propósito en este blog es escribir sobre este tipo de cosas, sobre las que hay más consenso, pero sin embargo, muchas veces, no tanta claridad de exposición. Creo que tengo el privilegio de venir de un contexto en el que las ideas económicas más aceptadas son puestas en tela de juicio continuamente: el mundo del ecologismo social. Si bien creo que no comulgo con todo lo que allí se dice, bien es cierto que hay muchas cosas en Economía que conviene entender primero en lugar de aceptar a ciegas. Y por mi (bien es cierto, limitada) experiencia, en esta disciplina no se tiende demasiado a enseñar a ser crítico con lo que se estudia. Uno de los momentos más divertidos durante este periplo de dos años vino, de hecho, por varias conversaciones con un amigo mío que quería que le explicase porqué se considera el capitalismo el "mejor" de los sistemas económicos que hay sobre la mesa. Bueno, lo sorprendente es que en la carrera apenas se toca este tema de forma comparativa. Todo se reduce a comentar sistemas precapitalistas, capitalistas y estatalistas. Y mientras el cuerpo de las teorías se basa en exponer el capitalismo, el resto apenas se toca. En mi opinión, eso le resta riqueza a la disciplina, dado que en su seno incluye muchas herramientas bien desarrolladas para abordar la cuestión de cuál es la mejor organización económica.

En cualquier caso, para terminar, sólo decir que obviamente no soy un experto en la disciplina. Lo que pretendo hacer aquí es exponer las conclusiones parciales que saque de algunos de los problemas que me motivaron a estudiar Economía, tratando precisamente de ser un poco "naive" al respecto. Y sobre todo, viniendo del mundo del ecologismo social, espero no perder de vista lo más importante de todo: las personas, y el mundo finito en el que vivimos. La Economía trata al final sobre cuestiones que atañen a las personas. Sus errores los pagamos todos, pero dejando a un lado el dogmatismo, sus éxitos también pueden beneficiarnos.